lunes, 15 de junio de 2009

Zatinazo

Parece que ha llegado la hora de descifrar este misterio, y es que desde el mes de enero de 2005 el diccionario de términos musicales incluye la palabra "Zatinazo".

Zatinazo - Dícese de la acción y efecto de caerse al foso orquestal (originalmente justo antes del concierto).

Como muchos de ustedes seguramente estarán sospechando, la raíz de la palabra viene del francés (que, como confiesa Anatoly, es el verdadero origen de su inusual apellido) Satin, transformado después por los ucranianos (aunque no existe certeza alguna de que en efecto hayan sido ellos) a Zatin.

El origen de este término se remonta al 24 de enero de 2005, durante la inauguración del Teatro Universitario de Colima, que justamente en su segundo día de actividades incluía un concierto donde el Dr. Anatoly Zatin tocaba como solista con orquesta (su propio concierto para piano y trompeta) y en la segunda parte tocábamos juntos la sonata no.2 de C. Bolling para dos pianos, percusiones y bajo (y hasta con ensamble de danza), entre otras cosas más. En pocas palabras, él era la base del concierto. Y sucede que ese mismo día, durante el ensayo general, se le ocurre caerse al foso!

Zatin y los técnicos estaban acomodando las luces (lo malo de ser tan bueno y de saberselas todas), y mientras ellos estaban en la cabina con su millón y medio de botones, Anatoly les decía desde el escenario si sí o si no, y para donde moverle. En una de esas, estaba medio oscuro, y Zatin seguía caminando hacia el frente del escenario dando sus indicaciones, cuando de pronto... Desapareció! y como a los dos segundos se escuchó un ruido de algo (o alguien!) cayéndose, y ese ruido provenía justo del fondo del foso orquestal.

Fue pura suerte el que el teatro estuviera recién construído, y el foso (porque todavía no estaba en uso) estuviera vacío (sin atriles ni sillas ni cosas de esas) y tenía una plataforma que lo tapaba (o sea que en total Zatin habría experimentado una caída libre de como 2 metros, en lugar de 5, que es lo que normalmente tienen los fosos de profundidad). Y para sorpresa de todos, a los pocos instantes salió del foso como si nada! Bueno, casi como si nada. Se quejaba de que le dolía el brazo y la cabeza, y le pusieron pomadas (y creo que hasta vendas), pero en la noche tocó como si nada.

Y lo peor de todo es que desde entonces, se ha caído más gente al foso (y créanme que no a todos les ha ido tan bien como a Anatoly). De ahí que ahora cada que alguien camina cerca de la orilla del escenario, le dicen "Cuidado, no vayas a dar un Zatinazo!".

jueves, 11 de junio de 2009

...y las partituras?

Eran las 6:45 pm y nosotros seguíamos atorados en el tráfico. El concierto empezaba a las 7! Lo bueno era que tocabamos hasta la segunda parte del concierto (lo cual con suerte nos daba tiempo de llegar y cambiarnos... y probaaablemente tocar un par de notas para descongelar los dedos). Lo malo... estaba por venir.

Llegamos faltando 5 minutos al inicio del concierto, cruzamos la sala y el escenario justo por el medio (por alguna razón la puerta trasera estaba cerrada), aventamos las cosas donde sea, Anatoly agarra su maleta gris donde normalmente llevamos el montón de kilos de partituras, y luego cruzamos todo ese camino de regreso para ver si hallabamos un salón para calentar. Todo esto ante las miradas indignadas de quienes estaban ya detrás del escenario alistándose para salir a tocar, la maestra de cermonias, parte de los organizadores, y hasta algunos del público.

Finalmente encontramos un salón con dos pianos, nos sentamos, respiramos profundo, abrimos la maleta para sacar las partituras y... sorpresa! sólo estan las partes del primer piano (quienes nos han visto tocar saben que tenemos el vicio de cambiarnos de piano cada que nos da la gana... pero ese es otro tema). Horror! Que hacemos? Claro que toda esa cantidad de texto musical está por ahí en nuestros cerebros, y sin temor a exagerar diríamos que un 80% de lo que tocamos lo tocamos de memoria (sí, la partitura está ahí, pero no hay tiempo de voltear a verla!). Pero una cosa es que "en principio" nos sepamos las obras, y otra muy distinta es experimentar "a ver si es cierto" directamente en el concierto (ya sin mencionar que ESE concierto era en un festival internacional, donde tres cuartas partes del público son músicos profesionales y críticos).

Total... luego de que nuestras mentes hicieran una carrera frenética por todas las razones posibles e imposibles de lo sucedido, ambos tratamos de seguir el camino de la lógica. La mañana de ese día habíamos ensayado en la sala. Luego de que nos fuimos, no habíamos abierto la famosa maleta gris. Deducción? Las partituras deben estar en la sala! Y ahí va el Dr. Zatin, a detener el inicio del concierto para que den el anuncio al público: "Si alguien ha visto un montón de partituras, aparentemente sin dueño, favor de reportarlo...". En medio del caos ya no supimos quién fue el de la genial idea, pero finalmente a ese milagroso alguien se le ocurrió mirar... detrás de la cortina, en el umbral de la ventana. Eureka! Aparecieron las tan buscadas partituras! fiu....

Para no alargar la historia, ese día, después del ensayo cuando los despistados de nosotros dejamos todo un bonche de partituras sobre uno de los pianos y ni nos dimos cuenta, llegó el afinador, quien puso los libros en una silla que estaba cerca de la ventana para poder quitar el pupitre y, lógicamente, afinar. Cómo terminaron escondiéndose detrás de la cortina... quién sabe! Pero vaya que el susto lo tuvimos que ahogar después del concierto con una buena copa de whiskey.

martes, 9 de junio de 2009

¡Aguas!

Una cosa es que te "echen aguas" antes de salir al escenario (los rusos en estas situaciones te dicen "ni pelusa ni plumas" y tú lo que tienes que hacer es mandarlos al diablo para que todo vaya de maravilla). Pero otra muy distinta es que te echen "aguas" literalmente y ¡¡¡en el teclado de piano!!!

Pues sucedió, y nos sucedió en Uzhgorod (Ucrania), aunque no precisamente era un concierto a dos pianos, sino que la mitad del dúo (Vlada) tocaba como solista el concierto No. 4 de Beethoven, mientras que Anatoly dirigía la orquesta.

Pasó este 31 de mayo (hace poco más de una semana). Cuando llegamos a esta ciudad días antes, nos dijeron que llevaban como dos meses sin lluvia, que era un relajo, que la cosecha no más no... en fin. Cuando pusimos un pie en esa ciudad, al día siguiente la temperatura ambiente bajó de 26 grados a 8 y a llover se ha dicho. Total que el día del concierto toda la tarde estuvo lloviendo. El programa era: Sinfonía No. 1 de Beethoven en la primera parte y, luego de un brevísimo intermedio técnico (el tiempo justo para sacar el piano hacia el frente del escenario) el concierto para piano No.4.

De principio todo marchaba excelente, luego de la muy aplaudida sinfonía la solista sale al escenario, se sienta frente al piano y... encuentra literalmente un charco justo en medio del teclado. Resulta que el techo de la filarmonía tenía una gotera (y por extraña coincidencia, cuando el piano estuvo a un lado esperando su momento estelar, el teclado estuvo justo debajo de la gotera) y a la hora de afinar la orquesta antes de la sinfonía la tapa del piano se quedó abierta. Luego sólo lo movieron, pero nadie notó el pequeño desperfecto. Vlada, para variar, no traía pañuelo (lamentablemente los vestidos de noche no tienen bolsillos) y tuvo que pedirle el suyo a Anatoly). Secar el teclado tomó más tiempo del esperado, pues no se podía ver bien dónde estaba mojado, así que Anatoly se volteó para señalarle a Vlada con la batuta las teclas mojadas. Cuando la desesperación del público era demasiado evidente, Anatoly aclaró "nada más secamos el agua, y comenzamos". Finalmente, la célebre introducción de cinco compases del piano suena, dando paso a un laaargo tutti orquestal... en el cual Vlada se da cuenta que más agua estaba saliendo de por debajo de las teclas! Y el pañuelo bien gracias, pues se lo devolvió a Anatoly.

¿Como secarla? Pues con los dedos, sosteniendo las teclas con una mano, para que no vayan a sonar (un cluster justo enmedio de un pianissimo celestial... digamos que no es la mejor idea). En la sala comienza un ligero pánico (¡¿que esta haciendo la solista?!). En algun momento Vlada sintió el impulso de usar las faldas del vestido (¡de plano!) en lugar del pañuelo, pero afortunadamente la cordura prevaleció y tuvo que conformarse con secar los dedos con el vestido de la manera más discreta posible.

Al comienzar el solo... lo único en lo que la solista podía pensar era "¡no resbalarse, no resbalarse!". Afortunadamente el asunto no pasó a mayores, y hacia finales de la exposición el teclado ya estaba completamente seco... pero lo más chistoso es que la mayoría del público no terminó de entender qué era lo que había pasado, y lo primero que le preguntaron a Vlada luego de felicitarla después del concierto era "¡¿qué estabas haciendo durante todo el primer tutti?!".

Moraleja: siempre carguen con un pañuelo al salir a tocar. ¡Aunque no tengan donde meterlo!

Bienvenidos

Hola al ciberespacio! Después de como un año de hablarlo, sugerirlo, discutirlo, planearlo, olvidarnos de la idea y luego acordarnos preguntándonos cómo es que llevamos tanto tiempo queriendo hacer un blog y todavía no logramos plasmar la idea en realidad... Finalmente!

Bienvenidos al blog del Duo PETROF!

Más que llenar un espacio más con publicidad e información seria, la idea de este blog es compartir algunas historias sobre nuestros viajes, anécdotas (y vaya que las hay!), sucesos curiosos, encuentros esperados e inesperados, impresiones, en fin... hasta metidas de pata (como la vez que llegamos sin partituras a un concierto super importante!). La vida de viajeros siempre deja cosas que contar, pero luego de un rato las historias que nos hacen reír, enfadar y a veces hasta llorar, suelen olvidarse con el tiempo. Es por eso que queremos hacer un intento de dejar en el mundo algo más que solo ondas sonoras, al menos para divertir un rato a nuestros seguidores.