viernes, 29 de abril de 2011

lunes, 25 de abril de 2011

En el avión

Tan pronto nos sumergimos en nuestros asientos y abrochamos los cinturones de seguridad, nos quedamos profundamente dormidos. Los días previos habían sido tan agitados que la falta de sueño ya se nos notaba. No vimos el video de bienvenida de la aerolínea, tampoco leímos la tarjeta con las normas de seguridad. La verdad es que ni siquiera nos dimos cuenta cuando el avión despegó.

Nos despertó el fuerte chillido de la alarma de incendio. Olía a humo. Cuando abrimos los ojos había luz roja parpadeando a nuestro alrededor. Como íbamos en la parte trasera del avión notamos que todos los pasajeros de la cabina volteaban a ver hacia atrás.

Un hombre pasó corriendo por el pasillo con un trapo en mano. Atrás, un grupo de impacientadas aeromozas tapaban con sus cuerpos la fuente de preocupación. Cuando se hicieron a un lado, vimos al jefe de sobrecargos agitar el trapo frente al detector de humo en uno de los baños traseros cuya puerta estaba abierta.

Finalmente la alarma cedió. La inquietud entre los pasajeros era tal que no logramos descifrar los diálogos entre las azafatas y su jefe. Sólo sus gestos: él les reprochaba y ellas se disculpaban (algunas de atrás se reían).

Habían quemado la cena.